“[Jesús dijo:] Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.”Mateo 5:9
Es importante notar aquí que Jesús no dice: “bienaventurados los pacifistas” sino, “bienaventurados los pacificadores”. Hoy en día con tanto activismo, estas diferencias se han borrado, y actuamos como si las dos cosas fueran lo mismo, pero no lo son. Si de ser pacifista se trata, Dios no nos llama a ser tal cosa, porque tampoco él lo es.
En el Antiguo Testamento por ejemplo, se nos habla de cómo Dios le ordenó, y animó a Josué a tomar posesión de la Tierra Prometida. No, siendo pacifista, sino con guerra. Por otro lado, es bueno también recordar que en el Nuevo Testamento, Jesús no sacó a los cambistas del templo con pacifismo, sino con un “azote de cuerdas” (Juan 2:15). Dios nos llama entonces a ser pacificadores, no pacifistas. Pero ¿qué significa ser un pacificador? Bíblicamente hablando, un pacificador es aquel que busca activamente la paz, aun, cuando esto signifique luchar por ella. Por ejemplo, una mujer que es abusada en el hogar y que decide no hacer nada, porque según ella quiere mantener la paz en el hogar, no está siendo pacificadora. Ser pacificadora en este caso, sería enfrentar al abusador por los medios correctos (trámites legales, o incluso la policía), para que así pare el conflicto, y todos puedan disfrutar de un poco de paz, incluyendo el esposo abusivo.
Ser pacificador entonces, no es quedarse con las manos cruzadas. Sino, buscar activamente la paz. Y a veces esto va a incluir iniciar una guerra, usar un “azote de cuerdas”, alguna acción legal, o la policía. Todo esto con el objetivo de encontrar paz.