“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.” Lucas 11:3
Esta oración implica mucho más de lo que generalmente pensamos. Piense por ejemplo, en que lo que tiene que suceder para que ese pan por el que estoy pidiendo, llegue realmente a mi mesa. Primero, tengo que tener un trabajo, de otra manera no podría pagar por ese pan. Segundo, algún agricultor tuvo que plantar el grano, para que haya trigo. Luego, los granos de trigo tuvieron que ser procesados y molidos por alguien en alguna piladora. Después, este grano procesado fue empaquetado por alguien en alguna fábrica. Luego el producto fue transportado por los señores choferes desde la fábrica, hasta la bodega. Luego este grano fue convertido en pan por el panadero. Y finalmente, este pan fue vendido por alguien, antes de poder llegar a mi mesa. ¿Entiende el punto?
Todo esto ha tenido que hacer Dios, para contestar a su simple oración de: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”. Cuando hacemos esta oración entonces no solo le estamos pidiendo a Dios por nosotros, sino para que cientos de personas puedan conservar sus trabajos, y así puedan seguir sirviéndonos a nosotros proveyéndonos de ese pan diario. Esto debe ayudarnos a estar más agradecidos por nuestros trabajos. Ya que cada trabajo sin importar cuál sea, es parte indispensable del plan de Dios para llevar la comida a la mesa de alguien.
Generalmente nos lamentamos y renegamos los trabajos que tenemos. Pero a muchos de nosotros nos falta entender que ese trabajo aburrido, pesado, o difícil que tenemos, no es más que la contestación a nuestras oraciones. Porque por medio de ese trabajo Dios nos provee del pan diario.
Y algo más, recuerde que al igual que el pandero, camionero, y granjero son una contestación a su oración, usted y su trabajo son la contestación a la oración de alguien más.