“Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista; así una pequeña locura, al que es estimado como sabio y honorable”. Eclesiastés 10:1
Cuenta la leyenda que el rey Ricardo III, antes de enfrentar la batalla de su vida, envió a uno de sus siervos a cambiar las herraduras de su caballo. El problema, era que no había hierro en el reino, ya que se había utilizado todo para hacer armas para dicha batalla. Pero con esfuerzo y creatividad, el herrero se las arregló para hacer cuatro herraduras más para su rey. Sin embargo, al colocarle la cuarta herradura al caballo se dio cuenta de que le faltaba un clavo. Al ver esto, el herrero le dijo al siervo que podía fijar esa cuarta herradura a la pata del caballo, pero que no quedaría tan firme como las otras tres. “¿Aguantará?” preguntó el siervo. “Tal vez” contestó el herrero, “pero no puedo asegurártelo”. El momento de la batalla llegó, los ejércitos chocaron, y Ricardo III estaba al frente de sus ejércitos. Pero cuando iba hacia una de las partes donde la línea de defensa se había roto, la cuarta herradura del caballo se salió. El caballo tropezó y rodó, y junto con él, también el rey. Al levantarse el rey de tal caída, pudo ver desde lo lejos que sus soldados daban media vuelta y huían. Este fue el comienzo de la derrota para el rey.
De esta historia, nació el poema: “Por falta de un clavo se perdió una herradura. Por falta de una herradura, se perdió un caballo. Por falta de un caballo, se perdió una batalla. Por falta de una batalla, se perdió un reino”. A veces pensamos que las locuras pequeñas, o esos pequeños pecados que cometemos, no influyen para nada en nuestra vida presente o futura. Pero la verdad es que pueden llevarnos a perder las batallas mas importantes de nuestra vida. No cedas a la tentación o al pecado, aun cuando estos sean pequeños. No dejes que una “mosca muerta haga heder tu perfume”, o “un clavo te haga perder el reino”.