“Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo”. Marcos 13:13
Desde sus orígenes, el cristianismo siempre ha ido “contra corriente”. Esta es la razón por la cual Jesús nos advierte hoy que en este mundo “seremos aborrecidos por causa de su nombre”. Y ¿Cómo no serlo? si es que a este mundo decadente y pecador le predicamos que “el matrimonio es exclusivamente entre un hombre y una mujer”, que “el aborto es pecado”, que “existen tan solo dos sexos, y dos géneros: hombre y mujer” etc.
Por todo esto, es que el mundo siempre nos va a odiar. Pero Jesús nos dijo algo más, que “solo el que persevere hasta el fin, ése será salvo”. Esto debería empujarnos e incentivarnos a no desfallecer, avergonzarnos, o tener miedo del mundo. Porque según nos hace entender Jesús, lo que está en juego es nuestro destino: “solo el que persevere hasta el fin, ése será salvo”. Se dice que en el año 79 d.C., Pompeya fue enterrada por la violenta erupción de un volcán. Muchas personas fueron encontradas exactamente como el volcán las había encontrado. Algunos fueron encontrados en lugares muy bajos a donde habían huido para refugiarse. Otros, estaban en lugares muy altos, al parecer tratando de escapar de la ardiente lava. Sin embargo, el hallazgo más interesante fue el de un centinela romano quien fue encontrado empuñando su arma, y exactamente en la posición y el lugar donde debería haber estado. Guardando las puertas de la ciudad. Mientras la tierra temblaba, las corrientes de lava descendían, y las nubes de ceniza se movían hacia él, este centinela había permanecido firme. ¡Nosotros los creyentes, estamos llamados hacer lo mismo! El mundo puede venirse abajo con sus maneras erróneas, infantiles, y peligrosas de pensar. El mundo puede aborrecernos si es que quiere. Pero nosotros debemos mantenernos firmes en lo que creemos y predicamos. Después de todo, lo que está en juego es nuestro destino.