Pero sabemos que la ley es buena, si uno la usa legítimamente”. 1 Timoteo 1:8
Antinominiano, es el nombre que se le da al cristiano confundido que vive sin ley. Este creyente dice: “la gracia lo es todo, y yo vivo bajo la gracia, por eso no necesito de la ley”. ¿Por qué alguien pensaría así? Porque erróneamente este individuo cree que, en la cruz, Cristo abolió o destruyó toda la ley que nos condenaba. Por lo tanto, ahora la ley no tiene ningún lugar ni tampoco ninguna función en la vida del creyente. Pero pensar así no es vivir en gracia, es vivir hecho una desgracia. Porque donde no hay ley, entonces hay anarquía. Y es así como muchos creyentes modernos viven. El domingo cantan a Dios, hablan de Dios, y dicen que viven bajo la gracia. Pero de lunes a sábado se emborrachan, son malos esposos, madres horrorosas, hijos desobedientes etc. ¿Como puede ser esto vivir en gracia? ¡No lo es! Esto es anarquía, es vivir sin ley, es ser antinominiano.
¿Como evitar llegar a este estado? recordando la verdad. Que la ley todavía tiene valor para la vida del creyente. No, para salvarnos, sino para ayudarnos a caminar mejor en este mundo lleno de oscuridad, y tener una mejor relación con el prójimo. Es verdad que no tenemos que cumplir ninguna ley para ser salvos, Cristo ya lo hizo todo. Pero después de que somos salvos, Dios nos manda a cumplir las leyes que ha dejado, hasta que lleguemos el cielo. La ley no es mala, es buena y de mucha ayuda. Nos ayuda, no, a ganarnos la salvación (eso ya lo hizo Cristo), pero sí a vivir responsable y amorosamente con los demás en este mundo. Tristemente, el antinominiano no entiende esto, y por eso desprecia todas las leyes y mandatos bíblicos en nombre de la gracia. Y como consecuencia de esto, vive hecho una desgracia. Vive irresponsablemente, causando dolor al prójimo, en su casa, en la iglesia, y en la sociedad. ¿Somos cristianos? que bueno. Ahora dejemos de ser antinominianos.