“De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista…”. Mat 11:11
¿Cuál es el mejor cumplido o elogio que Jesús nos podría hacer? Decirnos: “él o ella son muy atractivos con ese maquillaje o tatuaje”, “él o ella tiene una maestría”, “él o ella visten la mejor ropa de marca”, “él o ella tienen una hermosa casa” etc. La verdad es que Jesús nos podaría elogiar de muchas maneras y por muchas cosas, pero el problema es que muchos de nosotros pensamos que Jesús es como nosotros. Y por lo tanto, Jesús elogiaría las cosas que nosotros consideramos importantes. Sin embargo, en el versículo de hoy vemos lo opuesto. Juan el bautista no era la clase de persona que el mundo en general elogiaría. Vestía de manera anticuada, y comía las cosas más baratas y ordinarias. De lo que sabemos no tenía gran atractivo, o ninguna de esas cosas que el mundo consideraría elogiables. Pero aun así, Jesús dice a la gente, “Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista”. Es decir, “entre los mortales no hay nadie más como Juan. ¿Qué es lo que le hizo a Jesús decir esto? ¿La ropa de Juan? ¿Los estudios y maestrías de Juan? No. Lo que le
impresionó a Jesús fue su humildad. En los versículos anteriores leemos que en el momento en que Juan vio a Jesús, Juan dijo “Yo soy tan bajo comparado con Jesús, que no soy digno ni siquiera de desamarrarle la correa de sus sandalias.” Juan reconoció que Jesús era el Creador, y él el creado. Juan reconoció que Jesús era Dios, y él un ser simple ser humano. Juan reconoció que Jesús era el Salvador, y él el salvado. Y es al ver toda esta humildad en Juan, que hizo a Jesús decir: “Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista”. Ahora, al ver nuestra vida, ¿Qué es lo que Jesús diría de nosotros a los demás? ¿Nos elogiaría? o ¿Nos reprendería? ¿Nos vería llenos de humildad o de orgullo?