“…porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.” Romanos 5:5
Es crucial que podamos entender dos cosas en este versículo. Primero, que el amor de Dios ya ha sido derramado en nuestros corazones. Segundo, que cuando Pablo escribió este versículo en el idioma original (griego) él usó la palabra “agape” para decir “amor”. Y agape, en el idioma griego, no hace referencia a un amor sentimental o que produce “mariposas en el estómago” como cuando estamos enamorados, no. Agape, más bien hace referencia a un amor controlado, pensante, con propósito, juicioso, leal, y sacrificado. Entender estas dos verdades es crucial, porque nos ayuda a dejar de estar saltando de pecado en pecado, dejándonos dominar y esclavizar por vicios, lujurias, mal carácter, etc. como si odiáramos a Dios. Si tan solo entendiéramos (o recordáramos más seguido) que Dios ya nos ha dado su amor “agape”, entonces nos daríamos cuenta que es posible amarlo en sus términos.
Por lo tanto, cuando la tentación para cometer adulterio, explotar en ira, o dejarme controlar por los vicios, sabré que no debo actuar de esa manera porque eso NO es amarlo a Dios en sus términos. Más bien, entenderé que ahora gracias al Espíritu Santo ya puedo amar y demostrar que lo amo a Dios con un amor controlado, pensante, con propósito, juicioso, leal, sacrificado y por lo tanto derrotar esos vicios, mal carácter, o lo que quiera que muestre que no tengo verdadero amor por Dios. Muchos de nosotros los creyentes actuamos como si lo odiáramos a Dios, haciendo lo que no le complace. Y esto, no tanto porque en verdad lo odiamos, sino porque hemos olvidado que sí podemos amarlo en sus términos, con un amor “agape”. Así que la pregunta para nosotros los cristianos no es tanto ¿puedo vivir como si amara a Dios? sino más bien ¿cuándo vamos a empezar hacerlo?