“Y les dijo [Jesús]: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”. Lucas 12.15
Qué diferente sería la vida si es que le hiciéramos caso a Jesús. Pero la mayoría de nosotros estamos demasiado ocupados adquiriendo más bienes. Y lo irónico de todo esto, es que mientras más adquirimos, más vacíos nos sentimos. Y es por eso que tenemos hoy en día millones de personas en el mundo que han llegado a la cima, y allí están sentados junto a todo lo que han adquirido en esta vida: sus trofeos, carros, mansiones, títulos, dinero, éxito, fama etc. pero todavía sienten un horrendo vacío en su corazón, un vacío tal que los deja sin ganas de vivir y sin propósito en sus vidas.
Malcolm Muggeridge, el famoso escritor inglés, escribió lo siguiente: “Supongo que puedo considerarme un hombre relativamente exitoso. La gente me mira en la calle [y me reconoce]…Eso es fama. Gano sin gran esfuerzo los suficientes ingresos económicos. Eso es éxito…De vez en cuando puede suceder que algo que diga o escriba se le preste suficiente atención como para persuadirme de que causo un serio impacto en nuestro tiempo. Eso es realización. Pero [déjenme que les diga], y les ruego que me crean, que si multiplican estos triunfos insignificantes por millones…no son nada, [de hecho] menos que nada…comparados con una gota del agua viva que ofrece [nuestro Señor Jesucristo]”. La vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. Es mejor tenerlo a Jesús y ser pobre en este mundo, que tenerlo todo, y seguir sintiéndose vacío. Sólo aquel que tiene a Jesús, puede entender que tener a Jesús es tener acceso al cielo: y junto con el cielo vida, salud, paz, salvación y riquezas eternas. ¿Qué puede ser mejor que eso? ¿Qué puede ser mejor que Jesús?