“Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató”. Génesis 4:8
Esta historia es aterradora por dos cosas. Una, porque es un hermano quien decide matar al otro. Segundo, porque esto sucedió en la primera familia perfecta que Dios creó. Tristemente no pasó ni una generación, y todo en esta familia ya estaba arruinado. Ya había celos, manipulación, engaño, orgullo, envidia, ira, descontento, incredulidad, asesinato, y aún falta de arrepentimiento. Así que tan solo una generación después de la perfección que Dios creó (con Adán y Eva) la sociedad ya estaba con la conciencia cauterizada, y sin un sentido correcto de la moralidad y de lo que Dios quiere para nuestra vida.
Estamos hoy en el año 2022, a miles de generaciones después de Adán y Eva, y como es obvio las cosas no han mejorado. ¿Cómo podría? Es imposible. Pues ahora ya no solo tenemos una familia, sino millones de familias, lo cual incrementa el índice de personas con celos, manipulación, engaño, orgullo, envidia, ira, descontento, incredulidad, asesinatos y falta de arrepentimiento. Pero ¿hay alguna salida? ¿Cómo proteger a nuestra familia de ser una estadística negativa más en este mundo? la respuesta, aunque no lo parezca, es simple. Si es que volvemos a la historia de Adán y Eva vamos a notar que todo estaba bien mientras ellos caminaban con Dios. La clave entonces para no tener hijos como Caín, o/y sociedades llenas de “Caines”, es estar cerca de Dios. Es él, quien por medio de su palabra, nos recuerda lo que es bueno, correcto, justo, nos da fe, nos lleva al arrepentimiento etc. Recuerda, el que tú seas creyente y ames a Dios, no es garantía de que tus hijos también lo hagan en el futuro. Tus hijos no lo van hacer, a menos que tú inculques diaria y consistentemente ese amor por Dios en ellos. No te duermas creyendo que toma algunas generaciones apartarse de Dios. Tan solo toma una. Y esta pueden ser tus hijos.