“…sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia”. Romanos 5:3
En este versículo el apóstol Pablo nos enseña una gran verdad, que la paciencia no puede crecer si no hay pruebas o tribulaciones. Tristemente, esto es totalmente contrario al pensamiento evangélico y “santurrón” de hoy, donde se nos dice que todo se arregla con “oración”. Y no es que la oración este mal, la oración en sí misma es poderosa. El problema es que orar cosas como: “Dios mío dame paciencia” nunca nos van ayudar a ser pacientes. Según el apóstol Pablo, es más bien el pasar por medio de tribulaciones, problemas, calamidades, enfermedades, pruebas etc. lo que nos trae paciencia.
Pero hay algo más. Somos producto del tiempo donde vivimos. Y hoy vivimos en un mundo apurado que nos impulsa, anima y enseña a obtener lo que queremos al instante. ¿Quieres el último celular, computadora, ropa, maquillaje, zapatos etc.? No hay problema, solo tienes que ir a comprarlo. Antes no era así. Se tenía que esperar hasta meses para poder ahorrar y comprar, o hasta que lo que compramos llegue del extranjero. Son estos dos elementos los que han atrofiado el desarrollo de nuestra paciencia. Por lado un lado, el creer que la paciencia debería llegar mágicamente después de una oración sincera. Y por otro, creer que debería llegar inmediatamente como las cosas que compramos en el Internet. Pero hoy la Biblia nos enseña la manera correcta de obtener paciencia. ¿Quieres ser más paciente? Primero, empieza orando correctamente. Ya no ores por más paciencia, ora por más pruebas. Segundo, cuando esas pruebas lleguen soporta y enfréntalas porque son estas cosas las que poco a poco y lentamente te transformarán en la persona paciente que quieres llegar a ser.