“Entonces se acercaron a Jesús ciertos escribas y fariseos de Jerusalén, diciendo: ¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos?…» Mateo 15:1–2
Todos somos beneficiarios de la tradición, o víctimas del tradicionalismo. Cuenta una historia que hace mucho tiempo en la china había un hombre pobre, que como devoción a su dios le ofrecía lo que menos tenía, un plato pequeño de mantequilla. Este plato era dejado todos los días en la ventana, durante la hora de la oración. Un día, su gato subió a la ventana y se comió la mantequilla. Al ver esto, el hombre decidió atar al gato a la cama mientras oraba. Con el tiempo, muchas personas se hicieron discípulos de este hombre. Y ahora, muchas generaciones después, todavía a la hora de la oración cada discípulo pone un plato de mantequilla en la ventana, y un gato amarrado a la cama.
Esta historia ilustra muy bien el versículo de hoy. Jesús nos enseña que él no se opone a la tradición, sino al tradicionalismo. Por tradición me refiero a esas buenas costumbres que nos enriquecen. Por tradicionalismo me refiero a esa adherencia injustificada y exagerada a costumbres huecas, sin sentido, e incluso perjudiciales para nuestra vida familiar, laboral, espiritual, etc. ¿A cuál estas aferrado tú? Llegar a la casa después del trabajo a ver televisión y dejar de lado a tu familia, no es una buena tradición. Con esto estas fomentando el tradicionalismo. Por otro lado, aprovechar el tiempo con tu familia, aun cuando estés cansado después del trabajo, es estar fomentando la buena tradición. ¡Evalúa bien tu vida porque de esto nadie se salva! Todos estamos siendo beneficiarios de la tradición, o víctimas del tradicionalismo.