“Así que, recibiendo nosotros un reino inconmovible, tengamos gratitud, y mediante ella sirvamos a Dios agradándole con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor”. Hebreos 12:28–29
Si le pedimos al cristiano promedio que nombre algunas características de Dios, este mencionaría cosas como “amor, bondad, misericordia, eternidad, omnipotencia, omnisciencia” etc. Pocos serían los que mencionarían como el versículo de hoy, que Dios es también “FUEGO CONSUMIDOR”. Y es porque ya no recordamos esto, que nuestras iglesias están llenas de gente que no muestra mucha reverencia o temor a Dios. Si un futuro estudiante me preguntara ¿Cómo es tal profesor de la universidad donde usted trabaja? y yo le respondiera que es: “bueno, amable, amoroso, amistoso” y cosas así, la impresión que el estudiante se llevaría es una. Pero ¿Qué pasaría si a estas características añadiría que este profesor es también justo, le desagradan los vagos y mediocres, es estricto, y no deja pasar ningún chiste soez en su clase? De seguro, este futuro estudiante entraría a esa clase con otra actitud. Es así como sucede con Dios. Nos hemos creado una imagen incompleta de él, de tal manera que lo que tenemos ahora es un “diosito”, y no un Dios que es “fuego consumidor”.
Si lo viéramos como lo que es, entonces nuestras iglesias tendrían más gente que se saca al sombrero (o gorra) al entrar a la iglesia como señal de respeto. Tendríamos más gente despierta en las prédicas, seríamos más puntuales, y más dadivosos en las ofrendas. ¿Por qué? porque creemos y sabemos que este Dios merece respeto. ¿Qué clase de Dios tienes entonces? ¿un diosito? O ¿un Dios que es fuego consumidor? Recuerda, lo que haces y dices…es decir tu vida en general, le dice a todos en qué clase de Dios crees.