“Como zarcillo de oro en el hocico de un cerdo Es la mujer hermosa y apartada de razón”. Proverbios 11:22
Son las cosas más obvias, las que a veces se nos pasan por alto. Se dice que Sherlock Holmes y su amigo fiel el Doctor Watson fueron a acampar. Horas más tarde Sherlock se despertó, vio a su alrededor, y luego rápidamente despertó también a su amigo y le dijo: “Watson mira al cielo, y dime que vez”. Watson dijo, “veo millones y millones de estrellas.” “¿Y qué te dice eso? preguntó Holmes”. Watson contestó: “Astronómicamente esto me dice que hay millones de galaxias. Astrológicamente, que Saturno está en Leo. Horológicamente que son aproximadamente las tres y cuarto. Teológicamente, que Dios es todo poderoso y nosotros insignificantes. Y, meteorológicamente, que tendremos un hermoso día mañana. Después de tan completa respuesta ahora fue Watson quien preguntó a Holmes. “¿Y tú Sherlock, qué vez?” con una mirada profunda pero llena de irritación Sherlock Holmes contestó: “Watson eres un idiota, ni siquiera te has dado cuenta de que nos han robado la carpa”.
Hay cosas que son tan obvias, que a veces se nos pasan por alto, como el versículo de hoy. Dios es claro en lo que dice, la belleza física de una mujer nunca excusa su falta de razón. Lucir bien, en ninguna manera significa, pensar bien. La mujer hermosa para el mundo es la que se preocupa en adornar su cuerpo. Por otro lado, la mujer hermosa para Dios es la que no solo se preocupa por adornar su cuerpo, sino también su razón. Es decir, la que enfrenta la vida con una dosis de maquillaje para verse bien, pero también la que enfrenta la vida con sabiduría, prudencia, y discernimiento. Cada mujer sabe esto. Es obvio… ¿O tal vez no?