“Alégrate con la mujer de tu juventud” Proverbios 5:18
Nadie se casa para ser infeliz. Aun la Biblia (como vemos en el versículo de hoy) asume que el matrimonio es una unión donde la felicidad y la alegría deben reinar. Si hoy tuvieras que describir tu matrimonio entonces ¿usarías palabras como “felicidad” y “alegría” para describirlo? O palabras como: “infierno”, “tormento”, “cruz” etc. Si este es tu caso, no estas viviendo el matrimonio que Dios quiere. Esto es entendible en un matrimonio no cristiano, pero no de un matrimonio cristiano. Es verdad que el matrimonio trae consigo el potencial de ser un desastre. Pero los creyentes sabemos también que tiene el potencial de ser una relación llena de compañerismo, amor, complemento, amistad, felicidad, y alegría. De hecho, es cuando tenemos esto último que mejor podemos enfrentar lo demás, incluyendo los momentos difíciles que también son propios del matrimonio.
Los desastres naturales son cosas que no podemos controlar. Solo suceden y lo único que podemos hacer es mirar desde lejos con impotencia porque no tenemos la capacidad de hacer algo. Los problemas del matrimonio por otro lado no son desastres naturales, sino desastres causados por nosotros mismos. Esto quiere decir que pueden prevenirse, si tan solo nos proponemos hacerlo. Muchos dicen: “es que se necesitan dos para cambiar…yo si quiero, pero mi esposo(a) no”. Esto es verdad, pero recuerda también que se necesita tan solo de uno, para empezar. Ya no pongas excusas. Tu matrimonio tiene el potencial para ser lo que Dios quiere que sea, algo lleno de felicidad y alegría. No lo trates como un desastre natural, sino como lo que es, tu responsabilidad personal. Es hora de empezar a cambiar.