“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. 1 Juan 1.9
Hay una gran diferencia entre lo que sentimos, y lo que realmente somos. Cuando éramos niños nos sentíamos como Superman, Batman, o la princesa de algún cuento. Pero la verdad es que nunca lo fuimos, o lo seremos. Las cosas poco han cambiado ahora. Muchos de nosotros los padres nos sentimos (y actuamos) como si fuéramos los mejores carpinteros, mecánicos, o fontaneros, pero estamos lejos de serlo. Por otro lado, muchas madres sienten que son las mejores chefs del mundo, pero sus platos “exquisitos” dicen lo contrario. Esto es verdad en todos. Sin embargo, hay otro un ámbito en donde hay diferencia entre lo que “sentimos”, y lo que realmente somos. Esto es en el ámbito del perdón. Una vez que somos perdonados por Dios, ESTAMOS perdonados.
El versículo de hoy NO dice que “si confesamos nuestros pecados Dios nos hace SENTIR perdonados’’ sino que nos da a entender que ya “SOMOS perdonados”. Es verdad que después de confesar un pecado a veces no nos sentimos perdonados, pero eso no importa. Dios nos asegura que YA SOMOS perdonados. Así que ya no te revuelques en la auto condenación, auto lástima, o la auto flagelación. ¡Vive en libertad! Si has confesado tu pecado, este ha sido perdonado. Lo que tu pienses, como te sientas, o lo que la gente diga después es irrelevante en cuanto al perdón de Dios se refiere. Si es que no has criado bien a tu hijo, has arruinado tu matrimonio, etc pero has pedido perdón a Dios, todos esos pecados ya han sido perdonados. Ahora puedes vivir en libertad y empezar una nueva vida. Recuerda, hay una gran diferencia entre lo que sentimos, y lo que realmente somos.