“Había en Cesarea un hombre llamado Cornelio, centurión de la compañía llamada la Italiana, piadoso y temeroso de Dios con toda su casa, y que hacía muchas limosnas al pueblo, y oraba a Dios siempre”. (Hechos 10:1–2)
“La primera impresión es lo que cuenta” dice la gente. Especialmente los que no saben lo que dicen. Los estudios revelan que una persona se toma tan solo una décima de segundo para formarse una primera impresión. Además, revelan que la gente confía en las primeras impresiones basadas en sus emociones, y no en la realidad. Las primeras impresiones entonces, están entre las cosas que menos podemos confiar en la vida.
El versículo de hoy nos habla de Cornelio, un centurión (encargado de 100) romano. Al escuchar acerca de un hombre como este, el judío y cristiano promedio se hubiesen formado una primera impresión errónea ya que los dos no se llevaban con los romanos. Pero el texto dice que Cornelio era también piadoso, temeroso de Dios, y dadivoso. ¿Cómo el judío y cristiano promedio llegarían a darse cuenta algún dio de que Cornelio era así? No, con la primera impresión, sino con el tiempo. Las primeras impresiones son muy engañosas. Sin embargo, la vida que llevamos diariamente poco a poco le hará saber a los demás quiénes realmente somos. Tal vez la gente al verte no tenga la mejor primera impresión de ti por alguna razón estúpida como generalmente pasa. Pero no te preocupes, tienes toda una vida para demostrarles lo contrario. PREOCÚPATE entonces de que la gente quede impresionada con tu vida, y no tan solo con tu primera impresión.