“Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre”. Gén 2:22.
Uno de los detalles que más pasamos por alto en este versículo es que cuando Dios unió a Adán y Eva en matrimonio, ellos eran ya dos personas maduras. Dios creó un hombre y una mujer para que se casen, no dos niños. Tampoco un niño y una mujer, o una niña y un hombre sino dos personas ya maduras: un hombre y una mujer. Adán por así decirlo entonces, no era un “mochilero” irresponsable que sólo buscaba la diversión y la realización personal. Eso es egoísmo, la característica de un niño que no aprendido a compartir. Por otro lado, Eva tampoco fue una “carishina” mediocre que no tenía sentido de cómo llevar un hogar. El primer matrimonio fue entre dos personas maduras. Entender esto es muy relevante. Porque por medio de esto Dios estaba poniendo el estándar de cómo todo matrimonio debería ser en el futuro.
Queridos padres ¿están planeando la boda de su hijo(a)? no dejen que se case si es inmaduro(a). Uno niño nunca debería casarse porque no está listo para tal responsabilidad. Por otro lado, si ya estas casado entonces comienza a madurar. Deja los berrinches para los niños. Que algunos matrimonios sobrevivan siendo inmaduros, no prueba que no necesitemos de madurez. Después de todo, estos matrimonios tan solo están sobreviviendo, no disfrutando. Recuerda, dos personas inmaduras ligadas en matrimonio, son un divorcio en espera. ¿Estás pensando en casarte? Madura primero. ¿Estas casado? Empieza a madurar.