Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio. (Ro. 2:14-16)
Todos los seres humanos tienen la ley de Dios escrita en sus corazones, tal como lo expresa este texto bíblico. Muchas culturas en el mundo no tienen la ley escrita de los diez mandamientos, sin embargo, tienen la ley de Dios escrita en sus corazones; algo que es completamente intrínseco en la naturaleza humana y de la cual no se pueden deshacer si así lo quisieran. Cuando hablamos de esta ley moral, no estamos hablando de sentimientos o instintos sino de algo mucho más profundo que se rebela a través del mecanismo llamado conciencia. Este mecanismo se activa cuando violamos esta ley moral; es por esto que el texto de hoy nos dice: “dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles su razonamiento”. Y debido a esto es que nadie es inexcusable cuando hace algo contrario a la ley moral, ya que ésta siempre apunta a lo que es correcto o incorrecto.
En la sociedad actual hay tantos intentos de callar a la ley moral inscrita en los corazones, estos intentos van desde la despenalización de importantísimos asuntos morales hasta la implantación de una cultura de derechos; derechos que exaltan el egocentrismo y el hedonismo. Sin embargo, a pesar de todo esto, éste dispositivo llamado conciencia sigue apuntando al norte por cuanto toda criatura sobre la faz de la tierra es una criatura de Dios quieran o no quieran reconocerlo. – (F)