“Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo Jehová.” Levítico 19:32
Desde sus comienzos Dios trató de enseñarle al pueblo de Israel que el respeto y aprecio hacia los ancianos era importante. De hecho, Dios consideraba este mandamiento de respetar al anciano tan importante que (como vemos en el versículo de hoy) Dios da este mandamiento juntamente con el mandamiento de respetarlo o temerlo también a Él.
Esta actitud de respeto sin embargo, es muy diferente a la actitud que tenemos ahora. Hoy vivimos en una época en donde la gente quiere ser eternamente joven, y nunca envejecer. Por eso existen cremas, jabones, aceites, cirugías, terapias y demás que nos prometen dar juventud “eterna,” y borrar de nuestro cuerpo toda señal de vejez. Como si llegar a ser viejo fuera algo malo, o algo feo. Es por esta razón también que tenemos ahora gente vieja, caminando por las calles haciendo el ridículo, vistiéndose y actuando como los jóvenes para poder ser aceptados por la sociedad. Como en todo, este mundo está al revés. Deberían ser los jóvenes los que imitan a los viejos en sus virtudes, sabiduría, compromiso, madurez etc. Pero todo esto sucede, porque tristemente estamos creciendo en una sociedad que idolatra la juventud, y aborrece la vejez. Recuerda entonces, no menosprecies aquellos que son más viejos que tú (padres, abuelos, o cualquier anciano). Y si eres viejo, no te avergüences de serlo. Tus canas y arrugas no son una enfermedad. Son un reflejo de batallas bien peleadas, y un reflejo de que Dios ha sido bueno contigo, al darte muchos años de vida.