Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, y librar a todos los que por el temor de la muerte estaba durante toda la vida sujetos a servidumbre. Heb. 2:14,15
Como dice este texto, Jesucristo el Hijo de Dios se entregó a la muerte para destruir el poder de la muerte, y lo hizo con la finalidad de destruir la esclavitud, ya que el temor a la muerte es el que nos lleva a la esclavitud. Es por esta razón que ha funcionado de maravilla la esclavitud en este periodo de “pandemia”, ya que no hay mejor recurso para ésta que el miedo. La información de la agresividad del virus ha funcionado más como una propaganda de miedo. Esto lo pudimos ver en frases que los líderes mundiales autorizados lo trasmitían: “Estamos haciendo todo lo imposible para mantener a raya el virus”, o “Confíe en nosotros, lo peor está aún por llegar”. En verdad este virus atacó más a las neuronas que al sistema respiratorio, ya que las neuronas producen y transmiten los impulsos nerviosos, y por esto llegamos a tener una psicosis colectiva que dura hasta hoy. Sin embargo, cuando el cuadro baja de intensidad nerviosa y podemos pensar con más calma, nos damos cuenta que la cantidad de muertes por gripe común registradas en años anteriores a la pandemia no son tan inferiores a las muertes por covid; y de igual forma si tomamos la estadística contrastada con el número de habitantes del planeta el número de muertes por covid en el mundo llega a un 0,021%.
En verdad tal como la Biblia lo sigue expresando, el factor del miedo es el que lleva a la esclavitud de tal manera que ni siquiera podemos pensar, por lo tanto, es urgente conocer al que venció a la muerte para ser librados del miedo. – (F)