“Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.” 2 Timoteo 1.5
Aun sin conocerlas, todos debemos estar agradecidos con Loida y Eunice. Porque es gracias a ellas que Pablo tuvo un compañero de viaje, la iglesia de Éfeso tuvo un buen pastor, y nosotros tenemos un excelente ejemplo a seguir. Todo esto porque estas dos mujeres se tomaron el tiempo de educar a Timoteo en las verdades, principios, y valores bíblicos. ¿Qué pasó con el padre? El padre de Timoteo era un pagano a quien no le importaba el cristianismo, así que el mérito es tan solo de Loida y Eunice.
Estos versículos nos recuerdan la responsabilidad que tenemos como padres de educar bíblicamente a nuestros hijos. La buena educación (la educación bíblica) viene desde la casa. Lo que reciben fuera, es buena instrucción (por lo menos eso esperamos). Estamos agradecidos por las diferentes instituciones, y personas que nos ayudan a instruir a nuestros hijos. Pero somos nosotros los que estamos llamados a educarlos. Instruir con valores o verdades no es difícil, solo se requiere transmitir información. La educación por otro lado, es más complicada porque requiere crear convicción. Y esta es labor de los padres. Hijos ignorantes de las verdades, principios, y valores bíblicos no reflejan que el colegio cristiano no sirve. Reflejan padres ignorantes e irresponsables. No le dejes la educación de tus hijos a los demás. Deja que ellos los instruyan, tú edúcalos. Es bueno tener hijos instruidos. Pero es mejor tener hijos instruidos, y educados.