Hasta que la muerte nos separe

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“Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” Gen 2:24

 

La palabra “unirá” en este versículo se traduce de la palabra hebrea דבק, la cual significa: unirse, adherirse, mantenerse ligado, ser fiel, seguir a alguien, y perseguir de cerca. Es decir, esta palabra trae consigo la idea de que el matrimonio no es algo momentáneo, sino para toda la vida. Estas son buenas noticias para los matrimonios, y malas para el mundo. Son malas para el mundo porque el mundo nos enseña lo contrario, que una persona es libre para casarme, divorciarse, y volverse a casar cuantas veces desee. Por otro lado, son buenas para los matrimonios porque nos enseñan que sí es posible permanecer con mi cónyuge por toda la vida. Dios sabe que hay problemas y dificultades en el matrimonio. Pero aun así nos dice que es posible permanecer juntos. Claro, cuando las cosas van mal siempre es más fácil buscar la salida más cómoda, un divorcio. Pero es precisamente en esos momentos cuando basados en la promesa del Señor debemos buscar arreglar nuestras diferencias. No pienses como el mundo, no dejes que nada ni nadie rompa tu matrimonio. Ni otra mujer, ni otro hombre, ni tus padres, ni un chisme, etc. Si estás pensando en casarte, o si ya estas casado, recuerda que tu matrimonio no debe estar construido sobre la idea de que hay la posibilidad de que te puedas divorciar, no. Sino más bien sobre la idea de que deben estar juntos hasta que la muerte los separe. O como graciosamente lo ha dicho ya Ruth Graham “nunca he pensado en divorciarme, en asesinato sí, pero nunca en divorciarme.”