“Jesús le dijo:…ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. Juan 20:17
En estas palabras de Jesús a María Magdalena encontramos una verdad muy importante: los creyentes somos hermanos. Pero ¿es así como usted piensa del que se sienta a su lado el domingo? Talvez así pensemos, pero no es así como muchos actuamos. Recuerde, no es tan solo el pastor quien es hermano de todos, y por eso que solo él debe llamar a los demás, ayudarlos, o visitarlos. Este es trabajo de todos, porque todos somos hermanos y como hermanos somos todos los que estamos llamados a velar por el bienestar de los demás. Algunos dirán, “pero es que ese hermano es así,” “ese hermano me hizo esto,” “ese hermano es un hipócrita,” “ese hermano piensa diferente,” etc. Todo esto es verdad. Sin embargo recuerde que no existe la iglesia perfecta. Porque toda iglesia está llena de gente pecadora, hipócrita y mentirosa como usted y como yo. Como parte de una familia, todos alguna vez hemos discutido, mentido, peleado y argumentado con nuestra familia de sangre. ¿Por qué debería ser diferente en la iglesia la cual también es nuestra familia? Así que las diferencias en la iglesia siempre van a existir porque somos pecadores. Sin embargo, lo que también debería existir es la compresión, perdón, misericordia, arrepentimiento, entendimiento y todas estas cosas que profesamos tener como creyentes. Esto claro, a menos que no seamos creyentes y por lo tanto, tampoco hermanos.