Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento. Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar. Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie? (Ap.6:12-17)
“Cuando la noche es más oscura es porque está cerca el amanecer”. Esta frase describe bien la realidad mundial que estamos viviendo, y esto debido en primer lugar a la apostasía (renuncia a las creencias básicas del cristianismo) que hemos visto en las últimas 5 décadas, y en segundo lugar debido al desconocimiento de Cristo el Hijo de Dios. Sin embargo, la historia no se detiene, el que ha de venir vendrá, y las señales de su venida se van cumpliendo como Él mismo lo expresó en el evangelio de San Mateo cap. 24.
Ahora bien, el texto de apocalipsis que les presento al inicio de este artículo describe lo que sucederá cuando Jesús abre el sexto sello del rollo que contiene la historia que está por venir, historia que únicamente se encuentra en Sus manos. Pero en los versos anteriores vemos que ya un cuarto de la humanidad ha desaparecido debido a los juicios que Él ha ejecutado cediéndole autoridad al Anticristo y a sus enemigos. Pero es en este sello donde Él hace su aparición y nadie puede resistirlo, ni todas las naciones juntas.