“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Heb. 11:1
En Perú, miles de personas protestando por la “democracia”. En Estados Unidos, ya por meses, miles de personas protestando por causa del “racismo”. Y en los Centros comerciales, cientos de gente reuniéndose para gritar los goles de nuestra selección. ¿Qué tienen todas estas cosas en común? Que en cada una de estas instancias, todas estas personas en poco o nada cumplen con las medidas de bioseguridad en contra del COVID 19. Claro, los que estamos sentados cómodamente en nuestras casas podemos gritarles: “estúpidos”, “fanáticos”, “insensibles”, “faltos de amor”, “egocéntricos” etc. Pero algo que no podemos gritarles es, “ustedes no tienen ni convicciones ni prioridades”. Sus prioridades y convicciones, justificadas o no, son claras: la democracia, la pelea en contra del racismo, y la diversión. Cuando hablamos de la vida cristiana lo mismo debemos mostrar, convicción y prioridades. Ya por muchos meses, muchos creyentes se han estado reuniendo fielmente domingo a domingo como Dios manda. Pero qué pasaría (o que va a pasar) si es que nuevas medidas llegan, y de repente ya permite reunirse. ¿Lo seguiremos haciendo? ¿Cuántos de nosotros vamos a mostrar en ese momento que en verdad también en el ámbito cristiano hay que estar seguro de cuáles son nuestras convicciones y prioridades? En otras palabras, cuantos de nosotros vamos a mostrar en ese momento, que tenemos fe.