“Pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura.”1 Corintios 1.23
Según se dice en estos últimos meses los casos de problemas mentales y personales han incrementado. ¿Cuál es la solución? Uno de psicólogos dice: “establecer un plan diario de actividades, descansar, no ver la noticias, hablar con alguien, caminar, hacer ejercicio, dormir, y ser positivo”. Este claro, no es un mal consejo. Pero sí es un consejo que lidia tan solo con el presente, con este mundo. Ahora, ¿qué va a pasar cuando muera y parado a las puertas del cielo Dios me pregunte por qué debería dejarme entrar? ¿Qué le voy a decir? “tengo derecho a entrar porque en la Tierra viví estableciendo un plan diario de actividades, descansé cuando tuve que hacerlo, no vi las noticias, hice ejercicio, dormí, fui positivo etc.” Esta respuesta no va a ser suficiente. Porque para entrar al cielo lo que necesito NO es tener fe en lo que yo he hecho, sino en lo que Cristo ha hecho por mí. Si el cristianismo no tiene algo mejor que ofrecer a la gente, que tan solo consejos que tienen que ver con el sentido común, entonces no lo necesitamos. Porque la psicología ya está haciendo ese trabajo. Sin embargo, la verdad es que creemos que el cristianismo sí tiene algo mejor que ofrecer: a Cristo crucificado. Y por medio de él, el cielo. Cuando hables con alguien entonces que esté pasando por un momento difícil trata de no ser tan solo un buen psicólogo y darle un consejo, trata de ser también un buen cristiano, y dirigirlo a Cristo.