Si le das una galletita a un ratón

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“Pero dijo esto [Judas], no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella. Juan 12.6
Hay libro para niños llamado “Si le das una galletita a un ratón,” en el cual un niño al ver pasar a un ratón por la calle decide convidarle una galleta. El ratón entonces aprovecha la oportunidad para pedirle también un vaso de leche, luego un sorbete, luego una servilleta, luego una escoba y así un mundo de cosas más, hasta dejarlo al niño exhausto. Este libro ilustra muy bien el pecado, el cual siempre quiere más. En el versículo de hoy vemos que Judas no empezó su vida queriendo traicionar a Jesús, empezó codiciando, robando, pensado mal etc. lo cual a la final sí lo llevó más bajo y traicionar al Señor. Cuando dejamos que el pecado entre en alguna área de nuestra vida, siempre va a demandar más de nosotros. Recuerda, es una cosa dejar que el pecado llegue a mi vida de vez en cuando por ignorancia, por descuido, o porque me dejé llevar en ese momento. Pero es otra cosa, dejar que algún pecado (al igual que el ratón) siga demandando una y otra vez más y más de mí, hasta el punto de controlarme completamente. Claro, ninguna de estas dos situaciones es buena, pero la segunda es peor. ¿Estas alimentando algún pecado en tu vida? Este puede ser una acción (como robar), una emoción (como odiar), una pasión, (como el sexo), o una reacción (como explotar de ira) etc. El pecado no se va a quedar quieto, ni contento con tan solo una “galleta” siempre va a venir por más. Ya no lo alimentes. Mátalo de hambre. Ya no lo practiques más.