Hay tres fuentes reveladas de maldad en este mundo. La primera es la natural y tiene que ver con los desastres naturales como: terremotos, sunamis, pestes, plagas, etc. Es por esto que la Biblia bien enfáticamente dice que: “la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios”. Y es que la creación fue sujeta a vanidad, no por su propia vanidad sino por Dios. La segunda fuente de maldad proviene del corazón humano, tal como lo expresa El Señor Jesucristo: “Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre” (Mr. 7: 21-23).
La tercera fuente de maldad proviene de los ángeles caídos, a los cuales Dios les desterró desde el cielo. Esta fuente es invisible y espiritual, pero tan real como la física, a los cuales Dios les derrotó en la cruz, pero que sin embargo siguen operando en los que no conocen la victoria de la cruz. Jesús se refirió a ellos como una organización de jerarquía, a cuyo líder se le llama El Padre de la mentira (Jn. 8:44). Su meta es clara en las palabras de Jesús: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Jn 10:10). Para llevar a la muerte, Satanás, usa en primer lugar la mentira que lleva al desequilibrio emocional como: la culpa, la vergüenza o el miedo. En esta situación mundial que estamos viviendo, el virus más mortal no ha sido el coronavirus, sino el virus que ha causado el miedo; es decir la mentira de Satanás, que te ha convencido de que tu vida en todo tiempo está en peligro; y es por esto que la mayoría de las personas que han fallecido han experimentado un miedo incontrolable.