Mas os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer. Pero os enseñaré a quién debéis temer: Temed a aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno; sí, os digo, a éste temed. (Lc. 12:4,5)
Tememos a muchas cosas y gastamos nuestra energía desmedidamente en estos temores; sin embargo, El Señor nos dice que hay un solo temor que debemos desarrollar, y ese es el Temor a Dios. Entonces todos los demás temores, como el temor a enfermarnos, el temor a la muerte física no deberían manejar nuestra vida. ¿Pero cómo vencer estos temores?
El camino que nos presenta Jesús en este pasaje es en primer lugar adquirir la vida eterna. Si una persona esta tan segura de que, al pasar de esta vida a la otra, estará en la presencia de Dios El Padre y del Señor Jesucristo; y luego cuando Él instaure Su reino por medio de su segunda venida a la tierra, cree que gozará de un régimen de paz y justicia por toda la eternidad, esto es tener la vida eterna. Entonces al tener esta convicción, los otros temores se derrumbarán por sí mismos. ¿Pero cómo estar seguros de ir a la presencia de Dios cuando pasemos a la otra vida? Esto solo será posible si crees que Dios descargó Su ira sobre tu pecado en la cruenta e ignominiosa muerte de Cristo Su Hijo en la cruz. Al creer en esto, quedas justificado delante de Dios y Él envía su Santo espíritu a tu corazón.
En segundo lugar, puedes escapar de estos temores que minan tus fuerzas si como dice el texto pones tu confianza en que Dios es soberano y tiene el control, sobre todo, de tal manera que tú estás convencido que la muerte no te llegara si Él no lo permite, y que en Su soberanía solo Él decide la hora y el tiempo exacto en el que debes de partir.