“Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo.” Filipenses 2.3
¿Por qué es tan difícil cultivar una virtud? por dos razones: Primero, porque cultivarla requiere, esfuerzo, tiempo, dominio propio, entrega etc. Y solo pocos están dispuestos a pagar ese precio. Segundo, porque una vez adquirida, la virtud se pierde si es que no es practicada constantemente. Estas sin embargo, no son excusas para no cultivar virtudes, ya que como vemos en el versículo de hoy Pablo nos anima por ejemplo a cultivar la virtud de la humildad. ¿Cómo hacerlo? Pablo nos da dos consejos. Primero, no haciendo nada por contienda o vanagloria. Es decir, cuando vayas hacer algo pregúntate si es que lo estás haciendo por orgullo o egoísmo. Si esa es la razón, entonces no estas cultivando la humildad. Segundo, “estimando a los demás como superiores a ti”. No que los demás sean superiores a ti, sino que los estimes como superiores. ¿Por qué? porque pensar así te ayudará por un lado a tratar al barrendero y al doctor por igual. Y por otro, te ayudará a creerte mejor que ninguno de los dos. ¿Quieres cultivar la virtud de la humildad o cualquier otra? Recuerda que no hay virtud que venga sin trabajo, y una vez adquirida esta requiere constate práctica para que no desaparezca.