sLa palabra amor es una palabra muy trillada, o gastada en nuestra sociedad. Ahora la palabra amor se utiliza para describir el afecto que tenemos por nuestra madre, y el afecto que tenemos por nuestros perros. “Los amamos”, decimos de nuestras mascotas. Y cuando nos despedimos de mamá le decimos, “te amo mami”. Pero no solo eso, también decimos cosas como, “amo comer papas fritas”, “amo la naturaleza”, “amo esta silla”, “amo mi carro”, e incluso, “amo esa mujer, aunque no sea mi esposa”. Tristemente, como podemos ver, mucho de lo que el mundo llama amor en nuestros días, no lo es. Es emoción, es obsesión, es adulterio, etc., pero no es amor.
Por lo menos, no amor bíblico. El amor bíblico es diferente. Si bien también tiene emociones, no está basado en ellas, sino en virtudes como el auto sacrificio, el compromiso, la lealtad, y la entrega. En pocas palabras, la esencia del amor bíblico es lo que Cristo hizo en la cruz. Colgó ensangrentado de ese madero, sufrió, fue escupido, latigueado, golpeado, y abusado. Todo esto, por ayudar a gente que ni siquiera lo quería, o incluso, por ayudar a sus propios asesinos. Esta clase de amor como podemos ver, es muy diferente a decir, “amo a mi carro”, “amo a mi amante”, o “amo las papas fritas”. La Biblia nos muestra que Cristo amó a personas que lo odiaban, a los que lo insultaban, a sus enemigos, y aun a sus asesinos. Esta es una clase de amor que no solo es afecto, obsesión, o emoción, es más bien un amor intencional, dirigido, y sacrificado. Intencional, porque activa y decididamente resuelve amar. Dirigido, porque dirige su amor a todos, sin importar si es que le caen bien o no. Y sacrificado, porque daría incluso su vida por ayudar al objeto de su amor. El amor cristiano entonces no es el mismo amor que tenemos por las papas fritas. El amor cristiano es un amor más centrado, más entregado, más sacrificado y por supuesto, más saludable. Y este es el mismo amor que estamos llamados a tener por los que están más cerca, y los que están más lejos. Hoy es un buen día para comenzar a mostrarle al mundo, que es lo que significa, amar de verdad.