Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos…Ahora, pues, oye su voz; mas protesta solemnemente contra ellos, y muéstrales cómo les tratará el rey que reinará sobre ellos. (1 Samuel 8:7,9)
Todo el mundo pone su esperanza en el sistema político y particularmente en hombres “salvadores”; sin embargo, cuando un país ha abandonado a Dios y sus principios absolutos he inmutables no queda dirección y guía para sus líderes y autoridades; como tampoco para sus ciudadanos. Nuestro país poco a poco ha quedado desprovisto de fundamentos absolutos al punto que los conflictos se resuelven no por la guía de principios, o por diálogos fundamentados en éstos; sino por estrategias violentas como el sitiar las ciudades. Como ejemplo de esto me referiré a la caída de Constantinopla por parte de los otomanos.
Los otomanos construyeron una muralla de 10 kilómetros al norte de Constantinopla, Mehmed II sabía que los asedios anteriores habían fracasado porque la ciudad recibía suministros a través del mar y entonces trató de bloquear las dos entradas, la del Mar Negro, con una fortaleza armada con tres cañones en el punto más estrecho de la orilla del Bósforo, y con al menos ciento veinticinco navíos ocupando los Dardanelos, en el mar de Mármara, en el oeste del Bósforo.”
El sitio de ciudades ha sido siempre un método efectivo en la conquista, y por lo que hemos visto en nuestro país hace dos semanas, éste sigue siendo un método eficaz. Algunas de las principales ciudades como Quito, Ambato y Cuenca fueron bloqueadas a tal punto que los suministros básicos empezaron a escasear, por lo que el clamor de volver a la paz fue el anhelo esperado por todo lado.