“El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; Mas el que lo ama, desde temprano lo corrige.” (Prov. 13:24)
Uno de los refranes ingles muy popular es: “No botes al bebe con el agua sucia”. Este refrán apareció en un tiempo de gran sequía cuando el agua era muy escasa, a tal punto que llegó a darse el incidente que, en una familia que ya había utilizado la misma agua para bañarse, tiró sin darse cuenta el agua sucia con el ultimo de sus integrantes, el bebé. Este refrán ejemplifica lo que está pasando en nuestra cultura cuando estamos tirando principios trascendentes y absolutos como el principio de autoridad y disciplina que estamos tirando por los excesos y abusos que en materia de disciplina se han dado, y como consecuencia de esto estamos cosechando un caos moral sin precedentes.
Es bien conocido que a nivel mundial con gran vehemencia se ha tratado de corregir el abuso infantil, y para hacerlo se han hecho grandes esfuerzos, pero sin embargo al corregir este mal se ha resquebrajado grandemente el principio de la autoridad paternal. Hoy muy pocos padres se atreven a corregir a sus hijos por cuanto están influenciados por creencias como: “Yo fui maltratado y por eso no disciplino a mis hijos”, “mis hijos se van a rebelar si les disciplino”; y otros que han creído a la Psicología moderna que proclama que los niños no necesitan disciplina ya que ninguno tiene una naturaleza rebelde.
El texto bíblico de hoy nos llama a no dejar a nuestros hijos a la merced de sus propios deseos y apetitos, sino como padres a conseguir en ellos la virtud, de tal manera que lleguen a tener éxito en sus vidas, y esto solo se consigue a través de la disciplina.