“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe”. 2Timoteo 4:7
Si tienes a Dios lo tienes todo, aun cuando no tengas nada. Si no lo tienes a Dios, no tienes nada, aun cuando lo tengas todo. Las palabras del versículo de hoy ilustran esto muy bien. El apóstol Pablo está escribiendo estas palabras desde una prisión conocida como Mamertina. Un lugar descrito por los historiadores como “el más temible de los lugares concebidos por la brutal imaginación humana”. Salustio por ejemplo, la describe así: “en la prisión…hay un lugar de unos tres metros de profundidad. Está rodeado en sus costados por paredes y cerrado en su parte superior por una piedra. El aspecto del lugar es terrible a causa de la suciedad, la oscuridad y el hedor.” Este es el lugar donde Pablo se encontraba al final de su vida, y de donde escribió el versículo de hoy. Por otro lado, estamos nosotros. Gente que vivimos vidas mucho más cómodas que la de Pablo. Con Tv, un hogar, comida, títulos académicos, dinero, etc. pero ni aun con todo esto, seríamos capaces de sentirnos realizados como Pablo se sentía al final de su vida ¿por qué? Porque para Pablo Dios lo era todo. Para nosotros Dios es tan solo una parte de nuestra vida, un comodín que sacamos cuando necesitamos ayuda. Si algo podemos aprender este día entonces es que: la vida significante, exitosa, y realizada, no es la vida que se vive en comodidad, sino la que se vive con Dios. Sin embargo, hay que tener en cuenta que lo opuesto también es verdad. Ser fracasado no significa ser pobre, sino vivir una vida sin Dios. ¿Qué clase de vida estás viviendo tú?