“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. (Gal.2:20)
En verdad el humanismo comenzó en el huerto del Edén cuando nuestros primeros padres creyeron a la serpiente de que ellos podrían “ser como Dios”. En otras palabras, les dijo que podrían desenvolverse por sí mismos, como si se hubieran creado a sí mismos, que podrían ser sus propios amos, e inventar una clase de felicidad para sí mismos aparte de Dios.
En diferentes etapas de la historia, el Humanismo ha surgido con más fuerza que en otras, por ejemplo, durante el Renacimiento esta filosofía se extendió por toda Europa e hizo surgir su doctrina fundamental que se puede sintetizar en la siguiente frase: “El hombre es el centro de todas las cosas, el amo de su propio destino, el capitán de su propia alma”, y tuvimos exponentes como Voltaire y Descartes quienes declararon: “Que si acaso había existido un Dios que creó el mundo, éste ya no tenía ningún contacto con él y que ahora los hombres debían descubrir la verdad por su propia cuenta”. En el humanismo se entroniza a la razón humana por sobre Dios; y se pone a la mente humana como juez de toda verdad.
En contraste al Humanismo el Cristianismo siempre ha proclamado que el ser humano fue creado para funcionar con Dios, y es en esta virtud que el cristiano permite que Dios gobierne su vida. Y para lograr esto el ser humano comienza reconociendo que no es únicamente una criatura que tiene que mejorarse, sino más bien un rebelde que debe deponer sus armas y rendirse ante Dios, para en gozosa sumisión ser gobernado por El. – (F)