Bendito sea por siempre el nombre de Dios, porque suyos son la sabiduría y el poder. Él cambia los tiempos y las épocas; quita y pone reyes, da sabiduría a los sabios e inteligencia a los inteligentes. (Dn. 2:20,21)
La historia ha estado siempre en las manos de Dios, si no hubiera sido así, hubiésemos podido predecir con mucha exactitud la gran mayoría de los acontecimientos. Y es que hay tantos eventos históricos que las predicciones nunca acertaron; por ejemplo, la guerra de los 6 días que tuvo lugar en junio de 1967 en la que una nación tan pequeñita he insignificante como Israel pudo derrotar en 6 días a más de 20 naciones árabes, es inexplicable desde el punto de vista militar y científico.
Con toda claridad el texto de hoy dice que es Dios el que cambia los tiempos y las épocas, y es Él quien quita y pone a los gobernantes. Por su puesto que podemos predecir el comportamiento de los votantes, pero, sin embargo, no podemos dejar de ver la soberanía de Dios quien esta detrás del escenario de la historia permitiendo o impidiendo que un gobernante ocupe o no tal o cual cargo. Al solo mirar la historia de nuestra nación podemos ver que era inimaginable que políticos tan poco conocidos de pronto ascendieron y otros que eran predecibles no lo consiguieron.
Es por esta razón que Dios anhela que Su iglesia ore para tener gobernantes que teman Su nombre, respetando sus preceptos, para que de esta manera los ciudadanos podamos gozar de una vida tranquila y pacífica.