¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios. (1. Cor. 6:9,10)
La Palabra de Dios es muy clara con quienes se sienten realizados en sus pecados, sin embargo, ésta también nos muestra que Dios proveyó la salida para ser libres del poder de cualquier pecado, por más esclavizante que este sea.
El antropólogo J. D. Unwin en su libro: “Sexo y cultura” nos muestra la relación que existe entre el libertinaje sexual y la prosperidad de una cultura. Su investigación como antropólogo lo realiza en 86 diferentes culturas y durante 5000 años de historia, en donde nos muestra los siguientes datos:
- Ninguna civilización puede sostener al mismo tiempo, gran éxito económico y social, y a la vez libertinaje sexual por más de una generación.”
- “Una cultura no tiene éxito, cuando habiendo heredado la monogamia, cambia a la poligamia.”
- “En la historia humana no hay ejemplos de sociedades de éxito, cuando estas no han insistido en la continencia prenupcial y postnupcial”
Cabe destacar que Unwin no es una persona religiosa que ha sido influido por sus creencias; sin embargo, nos muestra que la ética cristiana sigue siendo el referente para una vida de plenitud. Frente a esta realidad cabe mencionar también que la afirmación de Sigmund Freud, (1856-1939) que dice que “La energía sexual (libido) es la fuerza que está detrás de toda actividad humana y la civilización es el resultado de la represión de la actividad sexual.” no coinciden con las verdades descubiertas por Unwin.
Por lo tanto, debemos de seguir destacando el poder que trae el matrimonio. En verdad una familia es una entidad espiritual y no solo una colección de personas viviendo bajo el mismo techo. Cuando una pareja se casa, algo sobrenatural sucede en el ámbito espiritual. Existe una protección espiritual en el matrimonio que es contraria a solo vivir juntos. En el matrimonio la identidad de un niño es bendecida desde el momento de la concepción, porque es deseado, aceptado y recibido.