“Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará”. Salmo 37:5
Todo creyente experimenta a lo largo de su vida dos problemas significativos en cuanto a su confianza en Dios. El primero, es que muchas veces dejamos que nuestra confianza en Dios disminuya o se apague con el tiempo y los problemas. Todos hemos pasado por esto. Dejamos que la rutina diaria y monótona de la vida apague nuestro celo, amor, fe y confianza en Dios. Y si a esto le sumamos también los problemas, una enfermedad, el trabajo excesivo, el estrés, la ansiedad, una decepción etc. lo que tenemos es una combinación perfecta para disminuir o matar nuestra confianza en Dios. Pero no solo esto, el creyente enfrenta un segundo problema cuando quiere confiar en Dios. La tentación de querer poner esa confianza en alguien, o en algo más. Dependiendo de la circunstancia claro, muchas de las veces nos vemos tentados a poner nuestra confianza en nuestro propio intelecto, nuestras fuerzas, nuestro dinero, nuestros títulos, nuestros amigos, etc., pero no en Dios. Sin embrago, es hora de entender que no hay nada en este mundo que supere a la confianza que ponemos poner en Dios. D. L. Moody escribió una vez, “Confía en ti mismo y te decepcionarás. Confía en los amigos y te quedarás solo, porque algún día se morirán, te traicionarán, o se irán. Confía en el dinero, y vivirías con la inseguridad de que algún día se te acabará o te lo robarán. Confía en tu reputación y eso te durará hasta que alguien te difame, o hasta que te conozca de verdad. Confía en Dios y nunca te decepcionará dentro de esta vida, o en la eternidad”. Así que, sin importar cuál sea tu situación o tu condición este día, pon tu confianza en Dios. No dejes que nada ni nadie te robe o haga morir en ti, lo único que puede darte fuerzas para vivir, una verdadera confianza en Dios. Bien dice el salmista, “Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará”