“Bendito sea Jehová, Dios de mi amo Abraham, que no apartó de mi amo su misericordia y su verdad, guiándome Jehová en el camino a casa de los hermanos de mi amo”. Génesis 24:27
Dios siempre actúa tanto con misericordia como con verdad, no solo con la una o con la otra, sino con las dos. Y si estudiamos la Biblia nos daremos cuenta, que esta es la misma manera en la que Dios nos llama también actuar. ¿Qué es la misericordia? Bíblicamente, es un sentimiento de simpatía acompañado de acción. Es decir, tener misericordia empieza por simpatizar con el dolor y el sufrimiento de otro, pero no sólo se queda allí. Sino que ahora hace algo para remediar ese dolor. La mayoría de nosotros somos muy buenos para sentir simpatía sin duda, pero somos muy malos para ir más allá. Sin embargo, como ya hemos visto, bíblicamente hablando no podemos decir que hemos tenido misericordia, hasta que no hayamos hecho algo para remediar el dolor. Pero es justo en este momento, que también debemos recordar algo más. Que Dios no solo nos ha llamado a actuar con misericordia, sino también con verdad. ¿Qué quiere decir todo esto? Que la próxima vez que queramos, o tengamos que ser misericordiosos con alguien tenemos que por lo menos hacernos estas dos preguntas ¿Es esta una ocasión en la que debo ser misericordioso? Y ¿Es esta causa a la que voy a dar, una causa verdadera? Dar dinero en la calles por ejemplo puede que sea un acto de misericordia, pero no necesariamente es una causa verdadera. Muchas veces ese dinero es mal utilizado. Tal vez hay una mejor manera de ayudar a esa misma persona mostrando no solo misericordia, sino también verdad. Recuerda, la misericordia es como una corriente de agua que debe fluir continuamente en nuestras vidas. Sin embargo, esta corriente de agua siempre debe estar bien canalizada por medio de la verdad. Si en verdad queremos imitar a Dios entonces no solo practiquemos la misericordia, sino también la verdad. No solo la una, sino las dos.