“La gloria de los jóvenes es su fuerza, Y la hermosura de los ancianos es su vejez”. Proverbios 20.29
William Shakespeare dijo una vez que todo el mundo es un escenario, y que todos nosotros somos solo meros actores en un escenario. Dijo también, que nuestra vida puede entonces resumirse en siete escenas diferentes, y que la última de estas escenas era, la vejez. La vejez según la describe Shakespeare no es nada más que, la etapa con la cual “termina esta extraña y nutrida historia [del ser humano]. Es la segunda infancia, el mero olvido. Sin dientes, sin ojos, sin palabras, sin nada.” Tristemente en el mundo de hoy, como en el de Shakespeare, ya nadie quiere ser viejo. Envejecer es sinónimo de mediocridad, locura, y estorbo. Lo que nuestra sociedad busca es solamente juventud, algo que irónicamente nunca vamos a poder volver a tener, porque solo ocurre una vez en la vida. Por supuesto, podemos engañarnos a nosotros mismos diciendo cosas como “pero todavía somos jóvenes de corazón”. Pero la verdad del asunto es que con cada día que pasa, nuestros cuerpos nos recuerdan que eso no es verdad. Envejecer sin embargo, no debería ser una mala noticia. Contrario a lo que Shakespeare y el mundo piensan, la vejez no tiene por qué ser sinónimo de mediocridad, olvido, de no tener dientes, o de no ser nada. Si bien la vejez trae consigo cosas como el olvido, esto no quiere decir que los ancianos no sirvan de nada. La Biblia deja en claro que cada etapa de la vida está llena de pros y de contras, pero eso es precisamente lo que hace bella cada una de esas etapas de la vida. Un bebé por ejemplo no podrá caminar o valerse por sí mismo, pero nadie diría que debido a esto, este bebé no sirve de nada. Un joven por otro lado, es imprudente en muchas maneras, pero su hermosura, entre otras cosas, está en su fuerza y en sus habilidades. Los ancianos por su parte, no serán rápidos y fuertes como los jóvenes, pero según nos dice la Biblia, su valor y hermosura no radica en eso, sino en su sabiduría y experiencia. Así que no temas envejecer, ni temas tampoco a los que ya han envejecido. Comportante de acuerdo a tu edad, acepta la realidad, y disfruta cada etapa de la vida porque en cada una de ella hay hermosura. ¿Conoces algún anciano? Acércate a él, hazle saber que todavía es valioso, y luego, siéntate y aprende de él.