…según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, (Ef. 1:4,5)
Hay muchos propósitos por el cual creemos que hemos nacido aquí en este mundo y en este período de la historia, y algunos de estos son muy satisfactorios. Por ejemplo uno de los propósitos más alabados es el de tratar de vivir una vida de lo más moral posible, de formar una familia muy equilibrada siendo buenos padres y buenas madres, e inculcando a conseguir buenas profesiones para nuestros hijos. En verdad que al vivir con un propósito así llena de satisfacción, sin embargo si ésta es la razón última por la que estamos aquí, en este planeta, entonces hemos conseguido muy poco.
El texto que precede a este comentario nos muestra con claridad que hay un propósito más alto por el cual estamos aquí. Éste nos dice que estamos aquí para conseguir una clase de vida que está en Dios, y que Él trajo a la historia humana a través de Su Hijo Jesucristo. Para entender esto es necesario que sepamos que no somos seres creados únicamente para vivir estos 70 u 80 años; sino que somos seres del tiempo pero diseñados para la eternidad. Sería tan trágico y triste si Dios nos hubiera diseñado únicamente para la existencia en esta tierra, pero gloria sea a Él que no es así.
El propósito más alto que cada uno tenemos al estar en esta tierra es el de adquirir la vida eterna. Si pasamos por esta tierra y no lo logramos conseguir la vida eterna, entonces nuestra vida no tendría sentido. Dios planificó en su sabiduría y amor la única forma y manera en la que el hombre logre agarrar la vida eterna. Este plan consistió en que Él se hizo hombre, uno de nosotros y vivió en este mundo esclavizado por el pecado, pero no se dejó contaminarse por éste, sino más bien lo derrotó. Es por esto que nosotros llegamos a participar de esta victoria y conseguimos la vida eterna.