“Todas las cosas son puras para los puros, mas para los corrompidos e incrédulos nada les es puro; pues hasta su mente y su conciencia están corrompidas”. Tito 1:15
La iglesia a la que Pablo escribe esta carta era una iglesia llena de judíos y gnósticos que habían comenzado a pervertir la idea de la salvación. Para los judíos, la salvación se ganaba cumpliendo todas sus tradiciones. Para los gnósticos, la salvación se ganaba absteniéndose de cumplir con los placeres físicos. La salvación para estos dos grupos entonces, tenía que ver más con hacer, o dejar de hacer ciertas cosas. Todos ellos vivían bajo la ley. Pero ahora el apóstol Pablo les escribe y les dice, “para aquel que tiene fe, todas las cosas creadas por Dios son buenas incluido los placeres. Pero para el que no tiene verdadera fe, todo le parece malo y por eso hace sus propias reglas, o se abstiene de cosas.” Con esto por supuesto, el Pablo no está diciendo que los creyentes pueden hacer lo que les da la gana, sino más bien que un creyente vive bajo la gracia, y no bajo la ley. Y por lo tanto, el creyente no se somete a tradiciones o abstenciones legalistas y sin sentido que no están en la Biblia. Agnes de Roucher fue la hija de uno de los hombres más ricos de Paris que decidió recluirse en una pequeña celda construida en la pared de una iglesia, porque según creía ella así agradaría más a Dios y alcanzaría la salvación. Esta mujer tenía 18 años cuando entró en aquella celda, y nunca se la volvió a ver sino hasta que murió a la edad de 80 años. ¿Le impresionaría a Dios esto? No. ¿Se ganaría esta mujer la salvación? No. Esta mujer vivió toda su vida bajo la ley, tratando de impresionar a Dios con lo que hacía o dejaba de hacer. Pero nada de esto funcionó. A Dios le hubiese gustado más bien que ella ponga su fe en Cristo para ser salva, y que luego salga de esa celda y vaya a disfrutar la vida, las deliciosas comidas, el olor de las flores, los lindos paisajes, etc. Esto lo hubiese hecho a dios más feliz. Ahora ¿qué de nosotros? ¿Estás haciendo algo para impresionar a Dios? es hora de parar. Ya no vivas bajo la ley. Pon tu fe en Cristo, y luego sal a disfrutar al máximo este nuevo día que Dios te da para vivir. Esto sin duda, haría a Dios más feliz.