Los principios éticos que han sustentado la moral individual y social de nuestra nación por siglos han sido trascendentes, inmutables y absolutos. Trascendentes porque han trascendido a la experiencia humana, es decir que no fueron inventados o creados por el ser humano, y esto lo podemos ver con claridad en el siguiente texto bíblico: “Pues antes de la ley, había pecado en el mundo; pero donde no hay ley, no se inculpa de pecado. No obstante, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión de Adán, el cual es figura del que había de venir.” (Rom. 5: 13,14)
De esta manera muchos han pensado que la ley de Dios hizo su aparición en la historia cuando Dios lo entregó a Moisés sobre el monte Sinaí, sin embargo en el texto que cito dice claramente que antes de este evento(de la entrega de la ley en el monte Sinaí) ya había pecado en el mundo; y para que haya pecado era necesario que haya quebrantamiento de la ley de Dios, y por supuesto que lo hubo, es por esto que el texto dice que “reinó la muerte (que es la paga del pecado) desde Adán hasta Moisés”, mostrando así que los principios éticos trascienden al histórico recibimiento de la ley en el Sinaí.
Pero nuestros principios éticos no han sido únicamente trascendentes sino además inmutables y absolutos, de tal manera que aun los paganos lo reconocen tal como lo expresa el apóstol Pablo en su carta a los Romanos: “Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos.” De esto se deduce con toda claridad que los principios éticos fueron depositados en el alma misma del ser humano por Dios, convirtiéndonos en seres morales, y que no podemos excusarnos del conocimiento del bien y del mal. Es por esto que el fundamento de nuestra moral individual y social no puede ser determinado por el gobierno civil, ni por ningún grupo en particular por más vulnerable que éste sea.