“Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: De rodear la tierra y de andar por ella”. Job 1.7
El famoso escritor C. S Lewis dijo una vez, “Hay dos errores iguales y opuestos, en los que podemos caer en cuanto a los demonios. Uno consiste en no creer en su existencia. El otro, es creer y sentir un excesivo y nocivo interés en ellos. [Sin importar de qué lado estemos] los demonios se complacen con ambos errores”. En una cultura como la nuestra, tan “inteligente” o tan “avanzada”, hemos caído en el primer error. En nuestros días, hablar del diablo o los demonios, es algo del pasado. Porque ahora somos tan “inteligentes” y tan “avanzados” que sabemos que esas cosas no son más que un “mito” o historias ficticias. Pero creer esto, es no creerle a la Biblia. Porque la Biblia presenta al diablo y a sus demonios como seres reales, que rondan este mundo en busca de gente “inteligente y avanzada” (o mejor dicho, ignorante) que no crea en ellos, para así arruinarles la vida. “En vez de atacar directamente la ciudad de Troya, los soldados griegos construyeron un enorme caballo hueco de madera, se escondieron en él, y lo dejaron al frente de las puertas de la ciudad. Pensando que el caballo era un regalo, los troyanos lo llevaron al interior de las murallas de la ciudad para admirarlo. Sin embargo, cuando se fueron a dormir, los soldados griegos salieron del caballo, y tomaron la ciudad por sorpresa.” Esta es la misma manera en la que satanás y los demonios obran en la vida de un creyente. Los demonios no pueden poseer a un creyente, pero si pueden enviar caballos de Troya. Pensamientos, mentiras, vicios, insinuaciones, enojos, lascivias, etc. que poco a poco, y de manera callada, nos van carcomiendo por dentro. ¿Cuántos caballos de Troya hay en tu vida? de seguro hay algunos. Pero recuerda hoy, que en Cristo tenemos el poder y la autoridad para derrotar al enemigo y no dejar entrar a más caballos, y sacar los que ya tenemos dentro.