“Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne”. (Romanos 8.12)
Generalmente nadie piensa en una deuda como una bendición, la deuda más bien es una carga, es algo molestoso y estresante, y es por eso que aun la Biblia tiene tanto que decir en contra de ellas. Sin embargo, en el versículo de hoy el apóstol Pablo nos dice que hay una tipo de deuda que la Biblia sí aprueba, y esa es la deuda celestial, una deuda que adquirimos al volvernos cristianos y que mantenemos con Dios. Cuando éramos incrédulos, manteníamos una deuda con la carne, pero desde que conocimos al Señor, la deuda ahora es con Dios. Y claro, andarle debiendo a la carne, no es lo mismo que andarle debiendo a Dios. Deberle a la carne es como deberle al chulco, es injusto, traicionero, extorsionador etc. Pero deberle a Dios, es como deberle a un banco que es justo, honesto y nos da bajos intereses (Claro, esto es solo un decir, pues tal banco no existe). Ahora, ¿cómo demanda el chulco carnal que se le pague? satisfaciendo las pasiones depravadas de la carne, es decir, dando rienda suelta a toda clase de pecado y apetito carnal. Por otro lado, ¿cómo demanda el banco celestial que se le pague? en el versículo 13 Pablo dice que el banco celestial demanda que se le pague haciendo morir las obras de la carne, es decir, peleando diariamente, para someter todo lo que hago al señorío de Cristo. Así que ¿con quién estas endeudado? Con la carne o con Dios. ¿A quién le andas pagando los intereses? Si es que estas luchando en contra de los deseos de la carne, entonces estas pagando tu deuda a Dios. Pero, si estas inmerso y dando rienda suelta a todo tipo de deseo, estas dejando ver qué deuda en verdad es con la carne. Recuerda que como creyentes, en Cristo Jesús ya hemos obtenido la victoria, ya no tenemos que andar viviendo como no creyentes pagando intereses a los deseos de la carne. Así que comienza a vivir más como un creyente salvo y has pagos más grades diarios a Dios. Es decir, sacrifica las obras de la carne, ese es el pago que el banco celestial demanda. No seas moroso. Recuerda que esta es la única deuda que no te cobra intereses, más bien te premia con más, cada vez que haces un pago, cada vez que haces un depósito, adquieres más el carácter de Cristo.