Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento”. Éxodo 19.16 Creo que algún día voy a escribir un libro que se llame “Cosas que la gente hace durante el culto Dominical”. Y es que como pastor lo he visto de todo. He visto gente usando audífonos durante el culto (especialmente cuando hay un partido de fútbol), y he visto gente que mira su celular cuatro veces más seguido de lo que miran su Biblia. He visto gente durmiendo, y he visto también gente casi “en estado de coma” porque según ellos, el culto esta aburrido. He visto caras llenas de frustración, cansancio, somnolientas, mal anochadas y hasta gente chuchaqui. He visto jóvenes enamorados cogiéndose secretamente de las manos, y parejas casadas muy enojadas. Gente que llega durante la prédica y que se va antes de que se acabe la prédica. Gente que sin importar si viven cerca o lejos, o si son adineradas o no, son terriblemente impuntuales, lo cual nos dice claramente, que el llegar temprano al culto dominical no es un problema de distancias o dinero, sino de prioridad. He visto muchas cosas, sin embargo lo más triste, es que muchas veces me he visto a mí mismo en situaciones parecidas. Vengo a la iglesia, me siento ante el Dios creador del universo y estoy cansado, agotado, sin gozo, enojado, mal anochado o frustrado. Y como creyente (y pastor) me pregunto ¿Qué clase de adoración le estoy ofreciendo a Dios? ¿Me estoy ofreciendo completamente, o solo le estoy dando las sobras de mi tiempo, mi dinero, mi voz, mi atención, mi gozo y mi corazón? Cuando los israelitas se pararon al frente de Dios en el Monte Sinaí nadie dijo “esto es aburrido”, sino que todos temblaron con temor y temblor, es decir con respeto y reverencia. En medio de una cultura de entretenimiento, es bueno recordar que el domingo en la iglesia no es el día en que me tienen que entretener como si esto fuera una feria, sino más bien es el día en que voy adorar a Dios como él quiere que lo adoren. El domingo no es acerca de lo que a mí me gusta, es acerca de lo que a Dios le gusta. Preparemos entonces esta semana desde ya, para ir a la iglesia y adorarle a Dios con una nueva mentalidad, como a él le gusta, con todo nuestro ser.