Él nos ha capacitado para ser servidores de un nuevo pacto, no el de la letra sino el del Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida. (2Cor. 3:6)
La inimaginable sorpresa que nos dio Dios, es exhibir a Su Hijo Santo sobre la cruz, de donde solo colgaban los condenados por los peores crímenes, y lo exhibió allí con la única finalidad de que los verdaderos culpables escapen de la pena de muerte, como lo somos tu y yo debido a la realidad pecaminosa que llevamos. Y esto lo hizo por cuanto la ley moral que cada uno de nosotros llevamos interiormente, no tiene el poder para transformarnos, sino únicamente para mostrarnos nuestra situación deplorable de condenación debido al pecado que llevamos. Es por esto que la Biblia dice que la Ley mata, y que el amor da vida, y es debido a la experiencia de ser amados que podemos obedecer por amor y no por miedo.
Sin embargo debido al desconocimiento del amor de Dios que tiene la sociedad actual, las naciones están poniendo toda su esperanza en la Ley, creyendo que a través de un control estricto, y de una rigurosa aplicación de leyes, se podrá llegar a una era de prosperidad. Frente a esto miremos nuestra realidad ecuatoriana. Cuando los organismos de control ejercen presión dentro las instituciones, el ambiente se carga de aburrimiento y miedo, limitándose cada uno ha hacer únicamente lo que se les pide. Por el contrario cuando se trabajaba en un ambiente de confianza, entonces, sino en todos, pero en la gran mayoría se desarrollaba un espíritu de servicio, creatividad y generosidad. La abundancia de control demuestra que tú no eres confiable y que debes cuidarte constantemente, y es en este ambiente donde se pierde las oportunidades de dar al máximo lo que tienes en el corazón.
La verdad es que es tan difícil que florezca el amor en una sociedad sin libertad. Si bien es cierto que, la libertad hace que el mal sea posible, pero también solo la libertad permite que el amor, la generosidad y el perdón, sean una realidad.