…ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; (Ro. 3:20)
Tanto Roma como los Reformadores declararon que el hombre es justificado delante de Dios por la obra de la gracia de Dios. Sin embargo la diferencia radica en el énfasis:
Roma dice: La justificación delante de Dios lo conseguimos mediante la obra de la gracia de Dios en el hombre.
La Reforma dice: La justificación delante de Dios lo conseguimos mediante la obra de la gracia de Dios en Cristo.
Como podemos ver, el Romanismo es esencialmente subjetivo y homocéntrico ya que pone el énfasis en la experiencia humana, en tanto que la Reforma es objetiva y Cristocéntrica, por cuanto pone el énfasis en la obra de Cristo realizada aparte de la experiencia humana.
El punto de enfoque de la teología Romana es la obra de la gracia de Dios dentro de la experiencia humana, en otras palabras el hombre podría llegar a ser justificado delante de Dios, si acumula la suficiente gracia en caridad, piedad, bondad, para ser salvo. Es por esto que el católico con sinceridad se pregunta, “¿Cuánta gracia debo tener operando en mi antes de poder ser justificado delante de Dios? ¿Cuán devoto, arrepentido, amoroso y obediente deberá la gracia hacerme, antes de que Dios me pueda aceptar?” Y fue precisamente estas preguntas que confrontaba aquel devoto monje agustino, Martin Lutero, quien esperaba llegar a ser justo delante de Dios debido a la obra de la gracia de Dios en su corazón; pero la verdad es que mientras más esperaba ser aceptado por este medio, más le atormentaba la realidad de su pecaminosidad. Y fue en medio de este conflicto que le vino la iluminación del evangelio cuando al estudiar la carta a los romanos, llegó al texto que dice: “…siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús”. Este texto le mostró, que en vez de ser justificado por lo que Dios hace en nosotros, somos justificados por lo que Dios hizo completamente fuera de nosotros. Dios completo su acto de liberación para todos los hombres en la persona de Cristo Jesús. – (F)