“Entonces me puse a orar y a dirigir mis súplicas al Señor mi Dios. Además de orar, ayuné y me vestí de luto y me senté sobre cenizas” Daniel 9.3 (NVI).
El su libro titulado Tu Cuerpo J. A. Carson dice que “algunas aves pueden sobrevivir 9 días sin comer, un perro aprox. 20 días, ciertas tortugas 500 días, algunas serpientes 800 días, y ciertos peces hasta 1000 días”. Por otro lado, aunque nos parezca extraño y sorpresivo el record mundial por haber ayunado más días no lo tiene Jesús, sino Terence MacSwinery de Irlanda, quien en 1920 estando en prisión decidió empezar una huelga de hambre la cual duró aprox 70 días, y terminó también con su vida. Si bien conocemos la palabra ayunar, muy pocos entienden la razón por la cual se debe ayudar. El punto del ayuno, no es dejar de comer, no es presumir ante los demás, o ganarse el favor de Dios. El punto del ayuno es tener un tiempo a solas con Dios. Es dejar a un lado algo básico que frecuentemente hacemos, con el motivo de concentrar todo ese tiempo que dejamos a un lado, en Dios. Esto sí lo hacemos en otras cosas por ejemplo, ayunamos del trabajo cuando pedimos permiso para ir a ver el fútbol o hacer algo más. Otros ayunan dejando de comer, por ir a comprar el último celular o incluso ver una novela o una película. Por otro lado, el ayuno cristiano es también abstenerse de algo, pero en este caso, para estar a solas con Dios. Pero hay más, el ayuno en la Biblia siempre está conectado a otra de las armas poderosas del creyente que es la oración, que en esencia es comunicación con Dios. Penosamente, estas dos disciplinas con el tiempo han sido separadas la una de la otra, olvidadas, despreciadas y subestimadas. Tal vez esta semana es un el tiempo de abstenerse de algo que frecuentemente hacemos (escuchar música, ver Tv, Internet etc.) y dedicar este tiempo de abstinencia o ayuno, y a comunicarnos con Dios. El reto está ahí, ¿cuántos lo tomaremos en serio? Eso es otra cosa.