“Ciertamente la ira de Dios viene revelándose desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los seres humanos, que con su maldad obstruyen la verdad. Me explico: lo que se puede conocer acerca de Dios es evidente para ellos, pues él mismo se lo ha revelado. Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa. A pesar de haber conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se extraviaron en sus inútiles razonamientos, y se les oscureció su insensato corazón… Por eso Dios los entregó a los malos deseos de sus corazones, que conducen a la impureza sexual, de modo que degradaron sus cuerpos los unos con los otros. Cambiaron la verdad de Dios por la mentira, adorando y sirviendo a los seres creados antes que al Creador, quien es bendito por siempre. Amén.” (Ro. 1: 18-25)
El proceso de corrupción avanza cuando se abandona a Dios, cuando se deja de reconocerlo como el hacedor del universo, y el autor de la moralidad. En este texto vemos claramente que, éste proceso de corrupción da inicio cuando los hombres profesando ser sabios llegaron a la conclusión de que no hay Dios y, que el cosmos llego a ser lo que hoy es por las solas fuerzas del azar.
Debido a estos inútiles razonamientos el proceso de degradación moral avanza a pasos agigantados, por cuanto se quito el fundamento para la moral que es Dios, y al no tener éste fundamento la sociedad queda únicamente con la herencia moral de nuestros antepasados, la misma que de una generación a otra se agota, quedando muy pronto la mayor parte de la sociedad a la merced de sus propios deseos y apetitos.
Cuando Dios es ignorado, no puede torcer el brazo para que la gente le obedezca, sin embargo por amor el envía sus juicios con la finalidad de que algunos se vuelvan a Él.